Explicando el dolor – David Butler y Lorimer Moseley

Algo que me han recomendado siempre los especialistas en Síndrome de Sensibilidad Central, ha sido cuidar mi alimentación.

Como ya he explicado en anteriores posts, cuando hace veinte años me topé por primera vez con los síntomas, nunca hubiera imaginado que años después de aquel inicio de dolores, cansancio y multitud de cosas más estaría cuidando tan atentamente mi alimentación.

Los tiempos han cambiado, sin duda, y desde entonces la nutrición y la conciencia en el modo de alimentarnos han subido peldaños en las escalas de interés. Quizás, hay quienes se han interesado en ello por moda, por convicción, por interés, o por necesidad, pero en cualquier caso resulta evidente que la difusión en la materia y el acceso a la información que permiten las tecnologías, y que conlleva también, a veces, a la sobrecarga informativa y la inveracidad, todo sea dicho, ha influido en nuestra opinión actual acerca de cómo debemos alimentarnos. Del mismo modo, cada vez existe más consenso en la relación entre la alimentación, la enfermedad y el dolor.

Pero el tema de este post no es la alimentación, sino el dolor.

Personalmente, recuerdo que la primera vez que acudí a un profesional, concretamente un fisioterapeuta, osteópata y profesor de una reconocida universidad, lo hice tratando de encontrar una respuesta acerca de mis síntomas, pero en absoluto imaginaba el enfoque que iba a hacer de ellos. Fue la primera persona que me habló de hipersensibilización. También me habló de alimentación y de microbiota; y me recomendó leer el libro: “Explicando el dolor” de los autores David Butler y Lorimer Moseley.

Acerca de este libro

Los autores explican que el dolor es una señal que nuestro cerebro interpreta con la información que recibe de los receptores, y que tiene la misión de alertarnos para evitar un peligro o sufrimiento, pero que diversos factores pueden exagerar la respuesta del sistema nervioso central frente a un estímulo, haciendo que parezca más doloroso de lo que debería; las situaciones de sensibilización.

Explican el efecto y la influencia de los cambios que se producen en el sistema nervioso autónomo, motor, endocrino e inmune de quien padece dolor, y cómo los pensamientos y creencias nos influyen como pacientes en los mecanismos del dolor, y nos ayudan a que eliminemos la inseguridad, el miedo, las dudas, y reduzcamos la ansiedad; y todo ello es fundamental para que podamos tomar consciencia de que tenemos un papel activo en el tratamiento de nuestro dolor.
En relación al dolor crónico, los autores nos ponen el ejemplo de una orquesta a la hora de explicar cómo funciona nuestro cerebro. Una buena orquesta puede interpretar cualquier melodía, y tiene capacidad para aprender fácilmente otras nuevas. Pero si esa orquesta interpreta la misma melodía una y otra vez, ésta se convierte en automática y resulta cada vez más difícil tocar otra; los músicos se cansan; unos asumen el papel de otros; la melodía es triste; se pierde la creatividad; la audiencia se marcha…. A medida que el dolor se hace crónico, se producen cambios en nuestro cerebro; una sensibilización que también ocasiona cambios en los sistemas simpático y parasimpático y en los sistemas endocrino, inmunitario y motor.

A través de seis secciones, los autores explican el concepto clave de dolor como sistema de alarma corporal que alerta al cerebro de un peligro, comparten increíbles historias de personas con dolor, que nos hacen comprender que el dolor no es simplemente algo que guarda una relación directa con lo que ocurre en nuestros tejidos; cómo se produce la detección y transmisión de los mensajes de alarma; qué ocurre en los tejidos cuando son dañados; los mecanismos que hay detrás de la inflamación; el papel del sistema nervioso central en la producción y la perpetuación del dolor; la situación a la que nos vemos inmersos los pacientes con dolor crónico, al no comprender el porqué de nuestro dolor; y las herramientas para manejarnos como pacientes con dolor, como por ejemplo: la educación y la comprensión del dolor, la exposición rítmica y gradual, o los ejercicios del cuerpo virtual.

Mi opinión personal

Es un libro muy ameno y fácil de leer. La maquetación es horizontal y con anillas, y el texto va acompañado de coloridas ilustraciones, lo que lo hace muy visual. Los autores explican conocimientos en el campo de la neurociencia y la neurofisiología del dolor pero de un modo claro y sencillo, en un lenguaje coloquial, y acompañado de humor, historias y metáforas, pero sin perder el rigor científico.

Es un libro que recomiendo, sobre todo a quienes padecemos dolor crónico o acompañamos a alguien que lo padece, porque nos acerca de una forma comprensible y amena, al mundo de la neurofisiología y de la neurociencia del dolor. Y porque es una buena herramienta en nuestro tratamiento como pacientes a partir de un cambio en nuestra concepción del dolor.
Como inconveniente que le encuentro es su precio, pues no es un libro barato. Aún así, es un libro excepcional, y muy interesante para entender el dolor crónico, que nos afecta de manera diferente al dolor puntual, tanto por nuestra parte como pacientes como por parte de las personas de nuestro entorno. Lo recomiendo totalmente.